Filipinas: un pueblo pobre, acogedor, hospitalario y generoso.
Al saludo de “hello po”, se asoma a la puerta una anciana
sonriente, dejando entrever una habitación llena de cosas, trastos, ropa….todo
medio en penumbra. “Somos las hermanas misioneras que trabajamos con el P.
Darío y venimos a visitarle -le decimos-, traemos esta imagen de la Virgen por
si quiere que también recemos con usted”.
Estas palabras, rápidamente traducidas al pangasinán
(lengua del lugar), por alguno de los chicos que nos acompañan en nuestra
misión, se ven de improviso interrumpidas por un cálido “pasen, pasen”. Y la
viejita va acomodando las cosas, juntando algunas sillas, de aquí y de allá y
ofreciéndonoslas con gran hospitalidad. Y entonces vemos que en ese
cuarto-casa, porque esa es la casa, hay varios niños jugando, un hombre que
dormía en una especie de sofá, pero sin
colchón, solo en unas tablas de madera, un chico que sale rápidamente de
la casa para volver al cabo de un rato con unas bolsas con gaseosas, galletas,
etc.
Se trata de una de tantas casas del ¨Realees¨, barrio
pobrísimo, construido a los dos lados de las antiguas vías del tren. Luego nos
enteramos de que la madre de esos niños era la mujer que vimos al pasar lavando
ropa, en cuclillas junto a una bomba de agua que es la que surte al barrio. No
tienen agua corriente.
Curiosamente, en medio de tanta precariedad, esos niños
están bastante limpios. Se ríen…Los filipinos son gente muy alegre. A todo
esto, a la conversación se nos ha unido el hombre y dos chicas que han entrado
en la casa, a las que todavía no hemos identificado pero que seguramente serán
las hermanas mayores de esos chiquillos.
El tiempo transcurre sereno mientras me voy dando cuenta
de que esa merienda improvisada, puede que les haya costado quedarse ese día
sin cenar. Pero eso no les importa, hay invitados y la hospitalidad es lo más
importante. Si el pueblo filipino es extremadamente acogedor, en especial lo
son los pobres. Uno no sale de su asombro al ver la alegría con la que ofrecen
lo mejor que tienen.
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